Tal vez sólo sea un malestar
pasajero. Tal vez sea el cansancio semanal acumulado. No sé, no quiero ir al
médico a contarle que los domingos más recientes me han encontrado convertida
en una pequeña marmota durmiente para que me recete más ejercicio y más dieta.
A lo largo de la semana soy una
mujer con una dosis normal de energía: voy al trabajo, trato de hacer una hora
diaria de ejercicio, cocino lo necesario (con ayuda de Don Gato (1) y de la Princesa
Encantada (2), debo reconocerlo). El sábado soy la buena hija que dedica el día
entero a My Lady, a la familia o a las amigas pero el domingo… ¡Ay Dios! El
domingo me duele buena parte de las articulaciones y mi cerebro se mantiene en
OFF casi todo el día. Don Gato, comprensivo como él sólo, se levanta y organiza
a los chicos para el entrenamiento de fútbol, prepara un desayuno delicioso y
se sienta a estudiar mientras yo dormito toda la mañana (y la tarde, después de
almuerzo).
El domingo más reciente estuve
pensando en que mi desaliento tal vez tenga que ver con un incremento inusual
de mi sensibilidad. Tuve un momento de lucidez en el que me sentí abrumada por
las malas noticias. No se piense que mi vida es un drama, no. Las malas
noticias que me aplastaron fueron las del mundo, las del país, las de la ciudad:
Un incendio que casi no se puede controlar y que ennegreció el cielo ya gris de
mi Bogotá. Un proceso de paz estancado debido a muchas fuerzas e intereses
encontrados. Un grupo de mineros enterrados y la impotencia nacional para
rescatar sus cadáveres. Otro grupo de estudiantes desaparecidos en México,
nación hermana que vive una guerra similar a la que campea en Colombia hace más
de 50 años. El asesinato de un pequeño de 7 años por su hermano y su madre.
Y a la par con esos
acontecimientos que sacuden el mundo, está todo lo demás: la intolerancia
generalizada, la movilidad imposible que convirtió a mi amada ciudad natal en
un perpetuo trancón, las mentiras de quienes apreciamos, los pequeños
incumplimientos, las faltas al respeto, la basura en las calles, la
deshumanización de las relaciones humanas.
Todo eso me tiene con ganas de
salir corriendo. O de quedarme dormida y no enterarme de nada hasta que el
mundo se ponga a girar al revés y la humanidad retome el rumbo y nos pongamos todos
en armonía con el Universo.
(1) Don Gato: mi amado esposo, mi complemento, mi razón de ser, el hombre más maravilloso del planeta entero. La razón para llamarlo así: a ambos nos enloquecen los felinos.
(2) Princesa Encantada: película infantil producida por Disney en 2007. La protagonista lleva el mismo nombre que mi hijita prestada, así que ese será su personaje en este blog.
(1) Don Gato: mi amado esposo, mi complemento, mi razón de ser, el hombre más maravilloso del planeta entero. La razón para llamarlo así: a ambos nos enloquecen los felinos.
(2) Princesa Encantada: película infantil producida por Disney en 2007. La protagonista lleva el mismo nombre que mi hijita prestada, así que ese será su personaje en este blog.