Un vestido rosa. Regalado
por alguien que me diga: "es para ti, te verás más hermosa cuando lo vistas y yo
no aguantaré las ganas y te lo quitaré con besos".
Mi dije de cuarzo
rosa en forma de corazón se baña en las lágrimas de mi soledad que ruedan silenciosas
desde mis ojos hasta mi pecho. Amargura.
Ruego a los
dioses que eliminen de mi alma los deseos. Si mi cuerpo no va a ser amado o deseado,
entonces que no añore yo los estremecimientos de mis veinte años. Que mis carnes
solo sirvan como sostén de las ropas. Que mis sonrisas solo las aprecie el
espejo. Que mi mirada solo registre letras e imágenes y nunca más el rostro del
amado.
Que no vuelva yo
a necesitar un beso. Que mi piel no anhele más una caricia. Que yo no vuelva a extrañar el baile con un hombre de ojos brillantes que me miran solo a mí. Que mi nostalgia no albergue el calor de una palabra de amor susurrada en mi cuello. Solo así podré vivir
tranquila los años que me quedan de vida.